Anotaciones

La belleza y la verdad

black bird perching on rod
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En su novela Los desposeídos (1974), Ursula K. LeGuin relata las aventuras de Shevek, un científico criado en la sociedad anarquista de Anarres, un mundo casi desprovisto de recursos y donde no se enseña la idea de propiedad. Cuando llega a Urras, un planeta gobernado por regímenes capitalistas, Shevek experimenta un choque cultural casi constante. Y este es un momento de reflexión en los primeros días de su viaje:

… se sentía a gusto. No podía evitarlo. El mundo entero, la levedad del aire, las puestas de sol allá entre las colinas, aun la mayor gravedad que parecía pesarle en el cuerpo, todo le confirmaba que este era en verdad el hogar, el mundo de los de su raza; y toda aquella belleza era un patrimonio heredado.

El silencio, el silencio absoluto de Anarres: pensaba en él por las noches. Allí no había pájaros que cantaran. Las únicas voces eran humanas. Silencio y tierras yermas.

(trad. de Matilde Horne)

Shevek se siente contento de cambiar la pobreza de su propio mundo natal –que es satélite de Urras, y considerado una colonia– por el ruido y la vivacidad del otro mundo, donde sí cantan los pájaros. Aunque no es tan fácil el atribuir toda la virtud a uno de los dos mundos, y todo el mal al otro (no por nada LeGuin subtituló a su novela «una utopía ambigua»), el contento de Shevek dura poco.

Pienso en aquel pasaje y creo que hay una lección en él. Para mí, por lo menos, tiene que ver con cómo lo que aprendemos a ver como bello y bueno puede ser engañoso. El lugar común asocia el canto de los pájaros, y en general la plenitud y hermosura de la naturaleza, con el esplendor, la paz, la alegría de una sociedad. Las plantas crecen más sanas en los tiempos buenos (digamos), y cuando llegan la justicia o la reconciliación el aire se llena de trinos y voces alegres. Pero Anarres no es realmente un mundo «mejor». La primera impresión de Shevek es falsa.

Esto no quiere decir que la belleza siempre lo sea, ni mucho menos que, en vez de lo bello, deba buscarse lo brutal y lo repulsivo por principio. Más bien, que la existencia es compleja, profunda, y rara vez se va a revelar entera de un solo vistazo.

6 pensamientos sobre “La belleza y la verdad”

  1. Fabio dice:

    gracias Alberto

    1. Alberto dice:

      Al contrario.

  2. David Martínez Salazar dice:

    Muy cierto: todo es relativo.

    1. Alberto dice:

      No sé si esa es la conclusión a la que podemos llegar, pero te agradezco que hayas leído mi notita.

  3. Ed dice:

    Interesante el texto, gracias por compartirlo.

    1. Alberto dice:

      Gracias a ti.

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