Escritura creativa

El otro Más Allá

close up photography of concrete tombstones
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Estoy dando un taller brevísimo de escritura fantástica y propuse este ejercicio en la primera sesión.

El Poema de Gilgamesh, la historia épica más antigua que se conoce, contiene el siguiente pasaje: el héroe Gilgamesh obtiene clemencia de los dioses para Enkidú, aprisionado en el inframundo, y luego éste le cuenta a Gilgamesh cuál es la situación de diferentes muertos en aquel lugar.

El padre Ea le dio respuesta.
Dijo a Nergal,
el valiente y poderoso.
“Valiente varón,
mi servidor Nergal,
abre ahora
un orificio:
que salga del Infierno
el fantasma de Enkidú,
que informe a su hermano
sobre las reglas del Infierno.”

El valiente varón,
Nergal, obedeció.
Abrió el orificio
del Infierno;
el fantasma de Enkidú salió,
como un soplo, del Infierno.

Se abrazaron y se besaron
y suspirando discutieron:
“Dime, amigo mío, dime, amigo mío,
dime las condiciones que has visto
en el Infierno.”

“No te lo diré, amigo mío,
no te lo diré.
Si te digo las reglas del Infierno
que he visto,
te sentarás a llorar.”

“Me sentaré, pues, a llorar.”

“Mi cuerpo, que tu corazón se complacía
en acariciar,
como vestido viejo
lo comen los gusanos.
Mi cuerpo, que tu corazón se complacía
en acariciar,
como grietas de la tierra
está lleno de polvo.”

“¡Ay de mí!», dijo [Gilgamesh,]
y se echó al polvo.
“¡Ay de mí!”, dijo,
y se echó al polvo.
“Al que tuvo un hijo, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
… Delante del clavo amargamente llora.”

“Al que tuvo dos hijos, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
… Ése come pan.”

“Al que tuvo tres hijos, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
… Ése bebe agua.”

“Al que tuvo cuatro hijos, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
… Por su yunta de cuatro mulas
se le alegra el corazón.”

“Al que tuvo cinco hijos, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
… Como un buen escriba diligente
tiene abiertas las puertas del palacio.”

“Al que tuvo seis hijos, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
Como el del labrador,
tiene alegre el corazón.”

 “Al que golpeó un mástil, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
Grita a su madre
que lo arranque de la pica.”

“Al que murió de muerte prematura,
¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
En su lecho nocturno reposa
y bebe aguas puras.”

“Al que murió en la batalla, ¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto.
Su padre y su madre lo honran
y su esposa lo llora.”

“A aquél cuyo cadáver yace en la estepa,
¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
No tiene su alma descanso en la tierra.”

“A aquél que no tiene quien vea por su alma,
¿lo has visto tú?”

“Sí, lo he visto:
Come las sobras de las cazuelas,
las migajas arrojadas a la calle.”

Tomado de Gilgamesh, o la angustia por la muerte. Poema babilonio. Traducción directa de Jorge Silva Castillo (México: El Colegio de México, 1994)

El Más Allá babilonio –se sabe por otros textos– es un territorio muy parecido al mundo de los vivos. La diferencia es que allá los muertos padecen más o menos dependiendo, básicamente, de los honores que hayan tenido en vida y cuánta gente los llora todavía. Sólo unas pocas transgresiones se castigan: quienes más sufren son quienes no tienen a nadie, no reciben ofrendas de los vivos y terminan comiendo sobras, tierra y basuras.

El ejercicio consiste simplemente en imaginar otra versión más del inframundo: que no sea la babilonia y tampoco la de ninguna religión o mitología que conozcamos. Para darle más interés al ejercicio, se pueden respetar las siguientes tres reglas adicionales:

  1. Que el inframundo sea un lugar «físico» (por decirlo de alguna manera) y no un «estado mental» o experiencia subjetiva: un lugar que sea experimentado de la misma forma por todos los seres que lo habitan.
  2. Que, igual que en el inframundo babilonio, no haya un sistema de premios y castigos de acuerdo con la conducta en la vida.
  3. Que los seres que habitan el infamundo –sean humanos muertos o criaturas de otro tipo– experimenten esa existencia con conciencia plena, y no como un sueño o trance.

2 pensamientos sobre “El otro Más Allá”

  1. Estimado Alberto Chimal: Elegiste un poema interesante, no solo por su antiguo lenguaje. Por su estructura fantasiosa, en la que toca en nuestra imaginación conjugar varias posibilidades como ejercicio.

    Un abrazo.

    1. Alberto dice:

      ¡Muchas gracias! Espero que te sea muy útil.

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