Hace casi dos años, mi esposa Raquel y yo mudamos nuestro boletín de correo electrónico a Substack. Lo hicimos porque el servicio que teníamos antes se volvió imposible de pagar, y hemos tenido algo de suerte: no somos celebridades de talla internacional, pero sí tenemos un público y una comunidad, y la verdad es que ese ideal de millones y millones de lectores, el mundo entero pendiente de cada una de nuestras palabras, siempre ha sido imposible, y más todavía fuera del mundo de habla inglesa.
Y ahora, aún peor: otra cosa que ha pasado en este tiempo es que las redes sociales se han vuelto espacios no solamente más tóxicos, sino menos hospitalarios, con peor servicio y más obstáculos para que sus usuarios se comuniquen y, en su caso, den a conocer su trabajo. El escritor y activista Cory Doctorow llama enshittification (más o menos, transformación en caca, o de manera menos literal, decadencia de plataformas) a este proceso: cuando un espacio digital controlado por una empresa cree que puede hacerlo, empieza a exprimir a sus usuarios cautivos, dándoles cada vez menos y peores servicios por más dinero, y luego hace lo mismo a las empresas que se anuncian en sus plataformas para tratar de capturar a esos usuarios. Todo para lograr más crecimiento de sus ganancias.
Los boletines de correo electrónico tienen (todavía, por lo menos) la ventaja de que no necesitan congraciarse con ningún algoritmo, y no son tan fáciles de robar por parte de una corporación codiciosa.
Además, como ya es bien sabido, esas plataformas venden la información y el contenido de sus usuarios, sin aviso ni autorización ni remuneración alguna, a modelos de inteligencia artificial generativa. Y, francamente, me disgustó mucho la idea de seguir publicando tanto en redes para enriquecer a Mark Zuckerberg o a Elon Musk.
En especial, yo había estado publicando, durante varios años, ejercicios de escritura creativa. Terminé moviéndolos todos al boletín de correo, y ocultando la mayoría de ellos tras un muro de pago. Así, razoné, por lo menos les costaría más trabajo a las compañías de IA apoderarse de ese trabajo ajeno. Empecé a hacer publicaciones semanales: cinco ejercicios por entrega, para que se realizaran uno cada día entre lunes y viernes. El primer ejercicio siempre es gratuito y todos tienen algún tema en común, a veces obvio y a veces no tanto.
Hoy, 18 de agosto de 2025, llegué a las 100 entregas semanales de esos ejercicios: 500 ejercicios en total, más especiales y otros, de los cuales al menos 100 son visibles para cualquier persona interesada: ya es el equivalente de un libro totalmente gratuito de ejercicios, y al menos otros dos o tres que podría armar con el resto del material. Creo que lo haré.
Entretanto, la última entrega de esos ejercicios se puede ver aquí: es una publicación doble, con 10 ejercicios especiales, que como siempre pueden ser usados como prefieran quienes los lean. Como siempre, espero que le sean útiles a alguien. Al contrario de en otras ocasiones, hoy me animo a creer que así será.
Saludos Alberto. Todo lo que mencionas también lo he pasado, no en esa escala sino menor.
Muchas gracias, Erick. Creo que el estado de las redes es un problema serio de nuestra época.
Gracias por este regalo de 500 ejercicios
Gracias a ti.