Anotaciones

No estoy muerto

Alberto glitchea
El autor experimenta un glitch con influencia de David Lynch

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Jorge Luis Borges, «Límites»

Hoy es el 12 de septiembre de 2025. Estoy cumpliendo 55 años.

Y eso significa que tengo dos días más de vida de los que alcanzó mi madre. Ella, que se llamaba María del Carmen Chimal Villavicencio, murió a los 54 años y 363 días de edad, el 14 de julio de 1994.

¿Ustedes han sobrepasado la edad de alguien que fue mayor que ustedes? En mi caso es una experiencia muy extraña. Tengo depresión desde hace años y, aunque ahora parece estar bajo control, recuerdo que en uno de los peores periodos –hace años– me obsesioné con el día de hoy. Lo imaginaba como una especie de fecha de terminación: el momento en que se iba a acabar la «cuerda» o a vencer la «garantía». ¿No se hereda la esperanza de vida? ¿Tiene uno el derecho de vivir más que sus padres? Desde el interior del hoyo, la idea de un plazo ineludible era difícil de resistir.

Y ahora no solamente ha sucedido, sino que soy el más viejo de mi rama de la familia, es decir, de la familia que desemboca en mis hermanos y en mí. La realidad, al menos en este momento, sí parece estar parpadeando, como en película de David Lynch: algo se tuerce y se disloca, pero no se puede comprender.

Ya no hay nadie más de las generaciones anteriores de mi gente. Por lo tanto, cada vez hay menos modelos a mi alrededor: menos patrones, menos formas y simetrías a las que confiarme. Me queda mi familia presente, la más cercana –es decir, mi esposa, un puñado de amigues, dos gatitos–, y me quedan las historias que me arrebatan y me apasionan. Pero, como digo arriba, ahora mismo tampoco sé qué me dicen.

Como ignoro cuánto tiempo tendré para pensar en ese tema, les regalo una canción. Digamos que es música de espera.

6 pensamientos sobre “No estoy muerto”

  1. Patricia Avilés dice:

    Creo que yo estoy en la situación opuesta: mis padres vivieron 80 años y a mí me aterra tener que llegar a esa edad, sobretodo en las condiciones que ellos tuvieron que padecer. Claro que esto no es destino porque yo tengo otro estilo de vida, pero a mis 51 años de verdad solo espero llegar a las 55 y dormir.

  2. Marcela dice:

    Querido Alberto :
    Conozco a varios que han sobrevivido a la edad en que murieron alguno de los padres.
    Espero que vivas muchos años más, tal como las otras personas que conozco
    Un abrazo enorme

  3. Diana Echevarria dice:

    A mí me dijeron que era el vivo retrato de mi abuela paterna. Abrazaba con cariño esa idea aunque nunca la conocí. Y me preocupó cuando me enteré que mi abuela murió a los 40, con dos hijos, diabética, el parecido lleva varios años preocupandome. Por lo pronto espero llegar a los 40 ya después de eso pensaré si me lo merezco o no, primero hay que llegar 😅

  4. Rafael López dice:

    Alberto, gracias por tus letras, te mando un fuerte abrazo.

  5. Rosalinda Fernandez dice:

    QUE especial y extraña ocupacion-preocupación estar pensando en la hora final en terminos de la hora final de quienes nos precedieron. Tal vez ,aun cuando soy muy conciente de que debemos vivir como si cada dia fuese el ultimo, por el hecho de venir de familias longevas (mi madre esta cumpliendo 3 años de muerta a sus casi noventa y mi padre cumplira 10 despues de 96 de vida) no sienta ese pendiente sin embargo sé que la linea de mis hermanos y pareja somos o deberiamos ser los que mas cercanos a la caducidad estamos, o queremos estarlo para no tener que despedir a un hijo o un nieto, sin embargo a los 72 aun estoy buscando nuevas tareas e intereses y cosas por vivir ver y probar. Saludos maestro y que la depresion sirva de motor para nuevas historias y despeja de tú presente el termino que siempre es una constante en la vida de todo lo vivo, desde que llegamos a este plano estamos iniciando el camino al final.

  6. Blanca Olivas dice:

    Recuerdo que mi hermano, cuando cumplió 70 años, me comentó, sorprendido y con un dejo de extrañeza, que no imaginaba que podría vivir más que nuestro padre, como si su destino estuviese marcado por el de él. Yo nunca había pensado en eso, pero a partir de ese momento la idea u obsesión quedó fija en mí, y cuando mi cumpleaños 69 se aproximaba, me dije que yo no tenía ningún deseo de morir, deseo teñido de culpa, porque ¿quién era yo para merecer vivir más que papá? Leerte me tranquiliza. No soy ‘rarita’ ni descastada. De algún modo me pasma ser más vieja que mi padre.

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