Anotaciones

Pantallas para el futuro

En el siglo XX, aquel pasado remoto, estaban de moda imágenes como esta, que proviene de la serie animada Los Supersónicos (The Jetsons, 1962-63):

Quién sabe cómo entenderán los siglos por venir el modo profético, tan raro, que aquel siglo convirtió en un subgénero narrativo (la ciencia ficción) y en toda una ideología y una estética de la tecnología como medio de explotación. Una promesa de bienestar perpetua, cambiante, que deseábamos postergar para seguir creyendo en su llegada.

Me parece seguro, eso sí, que la gente del futuro no le prestará tanta atención a las tecnologías que nacieron de esos sueños, y sí llegaron a existir, después del siglo XX. Por ejemplo, las videollamadas, que se volvieron ubicuas por los encierros debidos a la pandemia de la COVID-19, y que al final no resultaron tan diferentes de lo imaginado, aunque su aspecto no fuera nunca exactamente el previsto.

Una videollamada en la película 2001: odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968)

Algo más que no se anticipó fue que las llamadas no reemplazaron al teléfono fijo, no se limitan a comunicaciones de doble sentido entre dos únicas personas o lugares, y tampoco se utilizan para intercambiar información exactamente como se hacía con el teléfono. Charlas, conferencias, clases, asambleas… Muchas actividades que ponen en contacto a más de dos personas no fueron exactamente previstas, simplemente porque las previsiones de cierta época son parte de ella, e inspiran de manera impredecible a quienes las conocen y aprenden.

Las videollamadas no son tecnologías gratuitas, a pesar de que en muchos casos se ofrezcan sin costos aparentes. Tampoco son tecnologías intangibles, «absolutamente limpias», aunque no veamos los aparatos físicos, los fierros que se necesita para que existan, o la huella de carbono que dejan.

Pero sí son una parte del presente que agradezco, a pesar de la reputación que ya han ganado de algo fastidioso y trivial. Muy de vez en cuando llegan a representar no solamente el cumplimiento (raro, inusitado, impreciso) de un ensueño de propiedad o de consumo, sino también pequeñas oportunidades de mayor equidad en este presente desigual.

La de abajo es una «selfie» colectiva, a través de Zoom, al final de una charla por videollamada con un club de lectura, en marzo de 2023. Las personas en la imagen están dispersas por el país: difícilmente llegarán a estar todas en un mismo sitio, y menos todavía para discutir un libro (el mío en este caso). Un ejemplo diminuto y fugaz, pero real, de una comunidad virtual, de esas de las que tanto tiempo llevamos hablando.

El final de una charla por videollamada con un club de lectura.

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