Ahora hay que esperar algún tiempo para discutir las películas de moda. Tal vez acabe haciendo falta algunos años para hablar de algunas: las polémicas tontas de las diferentes redes sociales se han vuelto aún peores en tiempo recientes, y el griterío de esas pocas personas fanáticas (todos sabemos quiénes son) oscurece todo lo demás.
Puede que llegue a pasar eso con Barbie (Greta Gerwig, 2023). Hay gente muy enfurecida contra la película por «razones» que no voy a repetir. Un día tal vez le escriba una reseña en forma, porque me parece estupenda, una verdadera sorpresa de Hollywood. De momento quiero comentar una sola escena de la película, cuyo guión fue escrito por Gerwig y Noah Baumbach. Sí, hay spoilers.
Cuando la muñeca Barbie (Margot Robbie) abandona el país fantástico de Barbieland y llega al mundo real, tiene varias desventuras. Luego de una de ellas, que la ha sacudido hasta el punto de llevarla al llanto, se detiene en un parabús. Barbie se sienta en la banca metálica y habla brevemente con una anciana (Ann Roth, una distinguida diseñadora de vestuario para cine) que está sentada al lado.
«Usted es hermosa», le dice de pronto; la anciana sonríe y replica: «Lo sé».
Esta es la primera vez que Barbie ve a una mujer de edad avanzada, porque no las hay en el reino ideal que habitaba, y donde las diferentes versiones de ella misma disfrutan una existencia gozosa, de eterna juventud. Tras descubrir la realidad amarga de la especie humana, sin embargo, Barbie descubre en esa mujer otra parte de la vida: junto la certidumbre del envejecimiento y de la muerte, la posibilidad de una belleza distinta, de una dignidad que proviene de la experiencia. Esto la hace sonreír entre las lágrimas.
La escena es muy breve y, según se reporta en la prensa, ejecutivos de Warner Brothers (el estudio que produjo la película) le propusieron a Gerwig que la quitara, dado que no hacía «avanzar» la historia. Luego del encuentro, Barbie sigue sus aventuras y la anciana no vuelve a aparecer. Sin embargo, Gerwig se negó rotundamente a quitar la escena y logró que se mantuviera. Según ella, en esos pocos minutos ocurre un «intercambio de bendiciones» (a transaction of grace) entre la anciana y la muñeca que se está convirtiendo en humana, y ese es el centro, el corazón de la película que ella quería crear.
Este podría llegar a ser un gran ejemplo de escritura de guión contra las convenciones del cine occidental. No todo en una historia tiene que «impulsar» la resolución de un argumento. No todas las acciones e intercambios necesitan relacionarse con una trama principal a cuyo final se necesita llegar. Edgar Allan Poe introdujo ese concepto de eficiencia, que se remonta a textos aún más antiguos, en la cultura estadounidense, pero fue el sistema de estudios de Hollywood el que lo convirtió en una regla tácita del guionismo. Semejante regla merece incumplirse en muchas ocasiones. Una película, y por extensión cualquier otro tipo de narración, sí puede detenerse al menos un momento, como Barbie, a mirar a su alrededor: a encontrar aspectos nuevos de sus personajes y de los sucesos que cuenta. En esas pausas se descubren, a veces, cosas más profundas y más importantes que las causas y los efectos de una trama.
En este caso, por ejemplo, el intercambio del que Gerwig ha hablado tenía que suceder, y además debía darse entre Barbie y un personaje meramente humano, ordinario, en vez de uno elevado o alterado por su contacto con el mundo mágico, como los de Will Ferrell, America Ferrera o casi todo el resto del reparto. El tono de la escena, además, anticipa la mezcla de humor y gravedad, no exactamente satírica, que se encuentra en momentos posteriores de Barbie, y que llega hasta la última escena de la película. Otras escenas dicen más claramente lo que a Gerwig le interesa decir acerca de la vida de las mujeres, de la desigualdad, del consumismo o del machismo; en la escena de la anciana se agrega a esos temas algo más elusivo, más difícil de describir. Esa experiencia de lo que apenas se puede decir también merece estar en una historia.
Excelente reflexión, me encanta tu manera de escribir y ver el mundo.
Amo a Raxxi
¡Muchas gracias!
Excelente relato Alberto, para mí esa escena abre mucho en la historia, yo la sentí en el corazón y mi hija con sus 9 añitos, se enterneció con el momento. Gracias por la reflexión.
¡Gracias a ti por leer el texto! 🙂
Efectivamente, es una película con mucho corazón, mensajes y diversión. Nos hace reflexionar en muchos temas. Gracias Barbie.
Una súper lección para cualquier narrador/a, Alberto. Hay que llevar estas reflexiones a Under the Volcano en enero. En el fondo, lo que haces entrever es que aunque este tipo de «pausa» parece «no servir la trama» en realidad sí le sirve, no solo para apoyarla sino para esbozar algo sutil (alquien diría más sutil) que en muchos casos es incluso más eficaz que cuando se intenta expresarlo de forma más directa, tradicional y complaciente a los productores (séase editores)….
¡Hola, Magda! Gracias por venir. Y claro que sí, hablaremos de esto en UTV. Sí es importante tener más perspectivas que la puramente utilitaria.
Un abrazo.
¡Excelente! A mi entender, lo que enseñan los buenos maestros de guion, es que una escena debe o hacer avanzar la historia O enriquecer a los personajes, que es justamente lo que logra esta escena de Barbie. Lo malo de Hollywood son sus ejecutivos que exigen solo lo que ven como comercial. ¡Felicidades por su excelente blog! Espero un día tomar uno de sus cursos. ¡Saludos!
¡Muchas gracias!