Anotaciones

Testimonio

¿Por qué deseamos tanto conmemorarnos a nosotros mismos? Incluso mientras estamos vivos. Tratamos de afirmar nuestra existencia, como perros orinando hidrantes. Exhibimos nuestras fotos enmarcadas, nuestros diplomas de pergamino, nuestras tazas plateadas; ponemos monogramas en nuestros manteles, tallamos nuestros nombres en árboles, los garrapateamos en las paredes de los baños. Todo es el mismo impulso. ¿Qué es lo que esperamos? ¿Aplauso, envidia, respeto? ¿O simplemente atención, de cualquier tipo que podamos obtener?

Como mínimo, queremos un testigo. No podemos soportar la idea de nuestras propias voces callando por fin, como una radio estropeada.

El asesino ciego, Margaret Atwood

Margaret Atwood tiene razón, por supuesto, y de hecho su novela El asesino ciego se publicó muchos años antes de que la comunicación por internet se popularizara. Únicamente agrego que la imagen que se ve arriba es producto del desorden y las prisas de la vida cotidiana. Nada está puesto en donde está a propósito. Más aún, yo iba a publicar la foto como la ilustración de un momento de paz: es lo que veo precisamente ahora, sentado a la mesa del lugar en que vivo, en un rato que tengo para escribir, entre viajes y sustos de salud.

Lo que se ve está inmóvil. Su equilibrio no es armonioso pero existe. Nada espera a que esos objetos se muevan, como tampoco nadie me espera a mí, al menos por algunas horas. Cada libro y cada figura tiene alguna historia, pero ninguna es relevante en este caso. No hace falta contarlas: hace falta (si alguien desea apreciar lo que quiero decir con «paz») dedicar un momento a observar, simplemente. O, quizás, a observar lo que se ve en donde ustedes están.

Por otra parte, sí: aunque el efecto de la acumulación y el azar no es una «conmemoración», y tampoco lo es el acto de tomar la foto, el acto de poner la foto en línea sí puede leerse como un pedido de atención, aun si yo no creo que lo sea.

Gracias a ti, que llegas hasta estas palabras, por el tiempo que le has dedicado. Deseo que tengas tu propio tiempo de paz, en donde estés.

13 pensamientos sobre “Testimonio”

  1. Rafael López dice:

    Justo lo que necesitaba leer hoy. Gracias.

    1. Alberto dice:

      Gracias a ti por leerlo.

  2. Anna dice:

    Hace poco más de una semana, en una ciudad muy cerca de Barcelona, en una pequeña librería doce lectores iniciaban un club de lectura dedicado al cuento, puro cuento! Entre los tres elegidos para ese primer día: Álbum. Desde donde nosotros estamos, tan lejos, aquí en la otra orilla, se ve, si se observa, si se toma tiempo, como la acumulación de palabras, de imágenes, conmueve e inquieta, propone diálogo y también discusión. Un ratito de paz en lo cotidiano.
    Gracias por tus palabras

    1. Alberto dice:

      Muchas gracias a ti por las tuyas. Y que el club de lectura les dé muchas satisfacciones.

  3. Virgilio Zarco dice:

    Creo que nuestro tiempo de paz tiene lugar mientas meditamos, cuando nos detenemos a contemplar algo no hecho por el hombre (una flor, un amanecer, un jardín, un niño) y darnos cuenta de lo sencilla que puede ser la vida y vivir, lo demás, estoy de acuerdo resulta accesorio e innecesario, y como escritores solo necesitamos una hoja de papel y un lápiz para escribir, no lap, no tablet, no celular. Nosotros somos los que nos la complicamos.

    Gracias por compartir maestro. ¡ Abrazo !

    1. Alberto dice:

      ¡Gracias a ti!

  4. Claudia dice:

    Hace unos minutos, después de ducharme, y antes de sentarme a la computadora, tuve precisamente uno de esos episodios. Trataba de recoger el mat the yoga para guardarlo en el closet, y en su lugar, su textura esponjosa me invitó a tirarme sobre él, boca arriba, y relajar mi cuerpo enteramente… pensé que debía pararme para seguir con mi tarea de la maestría; pensé que «yo no hago yoga en la tarde, sino en la mañana»; pensé que me acababa de poner crema en los pies y mis manos cremosas marcarían el suelo porque tenía los brazos extendidos; pensé en tonterías mundanas que a nadie, más que a narcisista ‘mí’ le importan. Y entonces ¡Bum! relajé todo mi cuerpo. Respiré profundamente, inflé mi estómago lo más que pude para respirar aún más profundo y pasé más aire a mis pulmones: ¡STOP! paré en seco la respiración cuando llegó al cerebro (se puede, hagan la prueba). Cuando exhalé, un río de serenidad recorrió mi ser y ahí me mantuve, sin moverme, sin parpadear, mirando el techo blanco, tan blanco como mi mente en esos momentos. Desaparecí por algunos segundos (creo yo) y sentí un descanso inigualable, quizás a lo que usted, profesor Chimal, le llama un momento de paz. Gracias por sus escritos, a mí me traen paz.

  5. Belén Castro dice:

    Gracias por ambos textos. Los disfruté mucho y realmente me hicieron pensar.

  6. D. P. S. dice:

    Muchas veces vivo en silencio. Lo prefiero. Miro algo en mi casa detenidamente y por un momento estoy tranquila. Sin embargo el mundo (capitalista) pide que nos nosotros, los trabajadores de lenguaje, también hagamos promoción, que viajemos a todas partes, que impartamos clases, que seamos como hámsters en una rueda. Me canso. Te cansas. Nos cansamos. Hay que tomar pasos, disminuir la velocidad, guardar la palabra y la mirada en algún lugar seguro. Qué te sientas mejor pronto, querido.

  7. Fabio dice:

    Enorme cariño, saludos desde Colombia

  8. Marisa Miranda dice:

    Un momento de paz, ese justo cuando nadie espera nada de ti, ni siquiera tú mismo, sobre todo tú mismo. Gracias por la reflexión

    1. Mary dice:

      Hola Alberto, gracias por tus escritos tan auténticos, hace un buen tiempo te encontré en un blog, mientras hacia una tarea de la universidad, y te cuento que desde entonces me has inspirado y devulto las ganas de volver a escribir, siempre me ha gustado hacerlo, pero la vida de prisa que llevamos nunca me deja concluir ni darle forma a nada de lo que escribo, incluso he descargado una de tus buenisimas guías para esto, pero siempre empiezo a leer y nunca termino… De todas formas ésa pequeña inspiración sigue en el fondo de mi, espero algún día darle un buen uso, te envío un fuerte abrazo desde la República Dominicana.

      1. Alberto dice:

        Otro para ti, y muchas gracias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *